La obra de Roser Bru ha abarcado desde el comienzo la pintura, el dibujo y el grabado. En los inicios, sus trabajos se caracterizaron por una cercanía a lo matérico y la experimentación con nuevos medios expresivos, como las incisiones realizadas directamente en la superficie de la obra. Pintó y dibujó cuerpos, rostros y objetos con fuertes cargas denotativas y su quehacer artístico se tornó cada vez más crítico.